lunes, 27 de junio de 2011

Jardín de Cemento - Ian McEwan

JARDÍN DE CEMENTO: ¿NO HA SIDO UN SUEÑO PRECIOSO?
¿Por qué leer y reparar en “Jardín de Cemento”, novela del escritor inglés Ian McEwan?.  Más allá del atractivo propio de una buena redacción, la  obra nos presenta un panorama interesantísimo en donde las convenciones culturales son puestas en jaque – y la idea sobre ¿qué pasaría si un individuo  actúa en contra de la corriente (la norma dictada por la sociedad)?- configurando un nuevo panorama y por tanto una interesante hipótesis (y sobre todo la respuesta)  al respecto. La historia se centra en la vida de  cuatro hermanos (dos mujeres y dos hombres) que por diferentes vicisitudes – la muerte repentina en distintas circunstancias de los padres- deben renunciar a  sus roles naturales de pueril inmadurez y crecimiento juvenil e infantil  respectivamente, por una figura autoritaria (o administradora del poder, regulatoria e incuestionable). Jack, uno de los hermanos, será el encargado de relatarnos los acontecimientos desde su peculiar prisma en donde se apreciarán distintas situaciones que para una visión apegada a los cánones occidentales más tradicionales – o conservadores si se quiere llamar así- resultará hasta escandalosa: relaciones incestuosas. Ahora bien, nuestra hipótesis se instalará justamente en esta problemática planteando la idea que las  concepciones que priman respecto a las relaciones sexuales entre individuos de la misma familia están prohibidas por cuestiones netamente culturales y no por la naturaleza misma de la interacción. A su vez contrastaremos aquello con  una dinámica jerárquica- administrativa que se da por naturaleza y se materializa en el núcleo familiar que narra McEwan  concluyendo que las relaciones de poder, a diferencia de las sexuales, si pueden efectuarse de forma perfectamente natural y poco artificiosa.

La muerte de los padres, y sobre todo la madre, abre la posibilidad de quebrar el orden establecido pero de una forma no premeditada puesto que se desconoce la norma coactiva. No existe una conciencia de falta y por eso todo fluye con plena naturalidad. “Sue se tendió en la cama, riendo con los nudillos en la boca, mientras Julie ponía una silla contra la puerta. Entre los dos desnudamos rápidamente a Sue y, cuando le bajamos las bragas, nos rozamos las manos”(McEwan, 16).
            Así mismo, Jack, quien narra un cotidiano juego de “científicos que examinan una criatura del espacio” junto a sus hermana Julie y Sue donde los primeros revisan exhaustivamente a la última. Y lo que nos cuenta Jack se constituye como por ejemplo, como un extracto de una página dentro de un cuento de un maestro del cuento erótico como Mempo Giardinelli, en cuanto a que su agudo ojo hará hincapié en detalles como, refiriéndose a Sue: “una tenue mata pelirroja le crecía entre las piernas” (McEwan,16)
Y no existe ningún tipo de culpa ni en el juego, ni en lo que este provoca, sino al contrario, constituye una actividad natural y placentera. “Me encerré en el cuarto de baño y me senté en el borde del vater con los pantalones en los tobillos. Pensé en los dedos morenos de Julie entre las piernas de Sue, y me la sacudí hasta conseguir una rápida y seca descarga de placer”.(McEwan 17).
Nos moveremos para desarrollar el trabajo tomando la teoría psicoanalítica de Sigmud Freud en especial con relación a las relaciones Edípica, los postulados de Jean Jacques Rousseau respecto a la pureza del hombre y como se corrompe debido al accionar de la sociedad, en sus obras “Emilio” y el “contrato social”  además de los planteamientos respeto al poder político como un pacto implícito entre los individuos y el estado de David Hume y Thomas Hobbes, entre otros.
Desarrollo
            Como he enunciado, en Jardín de Cemento, noto un quiebre constante que se manifiesta a través de claras situaciones ambiguas: La dinámica incestuosa entre Jack y Julie, la feminización de Tom, el atípico sepulcro de la madre, el rol triangular de Julie como hermana – madre – amante, etc. Si bien, intento hablar sobre un quiebre sempiterno, es necesario conceptualizarlo, definirlo. Una herramienta, a mi entender, que permitirá comprender las relaciones grupales como interacciones estandarizadas, y que contrastan con las que se dan en el seno de la familia de Jack, es la Ciencia Política, que de la mano de alguno de sus clásicos pensadores, proporcionará algunas claves al respecto.
Para John Lock, cada individuo esta inmerso en un estado de naturaleza, el cual se constituye como el garante de la libertad entre las personas en lo que concierne a sus acciones y posesiones. “Hemos de considerar cuál es el estado en que los hombres se hallan por naturaleza. Y este es un estado de perfecta libertad para que cada uno ordene sus acciones y disponga de posesiones y personas como juzgue oportuno (…)” (Lock, 36)
Lo expresado por Lock, Thomas Hobbes lo llama “derecho de naturaleza” y este consiste en la potestad de cada individuo para determinarse, para poder sobrevivir apelando a su juicio.  La libertad será aquello que no impida al individuo desarrollar lo que estime conveniente. Dichos impedimentos estarán personificados por la norma o “ley de naturaleza, que normada por la razón. “prohíbe a un hombre hacer lo que puede destruir su vida o privarle de los medios de conservarla; o bien, omitir aquello mediante lo cual piensa que puede quedar su vida mejor preservada” (Hobbes, 106)
Desde este punto de vista, las relaciones incestuosas traspasan los límites que la norma natural dicta. Vale la pena preguntarse por qué tanto en Jack, como en el resto de sus hermanos, se denota un actuar un tanto anárquico, respecto a mis convicciones o por lo general a cualquier lector occidental,  que no reconoce en si mismo falta alguna. Y es muy simple la respuesta: nuestros protagonistas han omitido la ley no por una suerte de revolución personal sino porque desconocen la norma. Este desconocimiento se debe a la carencia paternal de los protagonistas. Si para John Lock, el estado de naturaleza se consigue tras un proceso que va desde la niñez, pasando por el poder paternal como garante de la constitución del individuo como guía, para así culminar en la conformación de un individuo cabal y por tanto en igualdad de condiciones – el estado de naturaleza- entonces claramente el camino de Jack y su pandilla se vio truncado definitivamente.
Los niños, debo confesarlo, no nacen en este estado de igualdad, si bien a él están destinados. Sus padres tienen una suerte de gobierno y jurisdicción sobre ellos cuando vienen al mundo, y también durante algún tiempo  después; pero se trata solamente de algo transitorio. La edad y la razón, a medida que van creciendo, aflojan esas ataduras hasta que por fin las deshacen del todo y queda el hombre en disposición de decidir libremente por sí mismo.(Lock, 78)
Como dice Jean Jacques Rousseu: “(…) un hombre abandonado a si mismo desde su nacimiento entre otros, sería el más desfigurado de todos” (Rousseu, 34) ¿Es Tom la personificación de las palabras de Rousseu? La ambigüedad de su vestir, exhortado por personas “desinformadas” carentes de la condición de igualdad propugnada por Lock, y el constante cuestionamiento a si mismo, a su condición sexual lo transforma en definitiva en un fantoche, un monstruo como diría Rousseu, penitente del  divertimento de sus hermanas. Por otra parte justamente Julie, joven de 17 años, digámoslo, la única del clan que alcanzó a terminar su proceso, es quien se muestra más dubitativa y muy reprimida, porque sabe que la relación con su hermano Jack no es común ni sana, deambulará constantemente en la dinámica de quien tira la piedra y luego esconde la mano.
“Ella echó mano de unas tijeras de uñas de la mesita de noche y me cortó la cinta cerca del nudo. Al quitármela y, mientras la dejaba caer al suelo, dijo:
-          Ya está-y me dio un leve beso en la boca” (McEwan,107)  
Tal vez, los procesos no concluidos en los personajes de McEwan – principalmente Jack- me hacen pensar que nos debemos situar en la etapa infantil del personaje. Como dice Freud “Quizá nos estaba reservado a todos dirigir  hacia nuestra madre nuestro primer impulso sexual y hacia el padre el primer sentimiento de odio y el primer deseo destructor”(Freud, 90). De allí que Jack no recuerde con mucho entusiasmo a su padre y así mismo,  que todo contribuya a configurar  a Julie como la nueva matriarca del grupo, y por tanto, que  ella se edifique como el ente canalizador del apetito sexual de su hermano . Entonces, perfectamente, puedo concluir que la dinámica incestuosa se desarrolla finalmente porque Jack- individuo aun no cabal en palabras de John Lock- reconoce a Julie no como a su hermana sino como a su madre. 

Para Federico García Lorca, el tema del incesto no fue esquivo. Curiosamente – tal vez esto no constituye una coincidencia sino una premeditación de McEwan- en Romancero Gitano escribe un poema titulado “Thamar y Amnón”, basado en un pasaje de la Biblia (Samuel 2, versículo 13) el cual relata el vejamen vivido por Thamar quien es violentada sexualmente por su hermano Amnón. 
Perfectamente podríamos utilizar el modelo de Michael Riffaterre y hacer una matriz aplicable a la novela. Más allá de las coincidencias obvias entre la Biblia y García Lorca, lo interesante consistiría en diseccionar y luego sacar las acciones presentes en el poema, para luego introducirlas (que lenguaje más freudiano) en los acontecimientos propios de la obra de McEwan.
A mi gusto, algunas de las escenas más eróticas  entre Jack y Julie, donde el primero se dedica a observar como su hermana se da baños de sol con su ajustado bikini, suceden en “el parterre McEwoniano”, o jardín, o “terraza Lorquiana”, coincidente con lo que  el poema de García Lorca dice:
“Thamar está cantando
desnuda en la terraza”(García Lorca, 144)
“Julie estaba deseosa de broncearse al sol y había despejado y allanado la cima del desmoronado parterre alpino”(Mc Ewan, 58)
 “Thamar está soñando / pájaros en su garganta;  (…) su desnudo en el alero”(García Lorca, 143) son versos que denotan la sexualidad aun inexplorada, a la sombra, de Thamar que como Julie aun se mantiene casta. La blancura propia de lo femenino que aun no es quebrantado por lo masculino .
 “ - Escucha-dijo de pronto- no me he acostado con él ni con nada parecido. Seguí tamborileando sin alzar la mirada, entonces radiante me detuve” (McEwan, 151)
Mientras que Amnón, o Jack, es más real, más concreto, sus manifestaciones sexuales son más claras, menos reprimidas que las femeninas.
“Amnón, delgado y concreto,
en la torre la miraba,
llenas las ingles de espuma
Y oscilaciones la barba” (García Lorca, 144)
“Me encerré en el cuarto de baño y me senté en el borde del vater con los pantalones en los tobillos. Pensé en los dedos morenos de Julie entre las piernas de Sue, y me la sacudí hasta conseguir una rápida y seca descarga de placer”.(McEwan 17).
“Los tirantes del bikini estaban sueltos y caían por el suelo. Con sólo moverme un poco hacia un lado alcanzaba a verle los pechos oscuros, en medio de la intensa sombra del cuerpo”(McEwan, 58-59)
Es interesante la tónica voyerista que se manifiesta en las relaciones clandestinas y más aún desde la perspectiva unilateral del que observa sin querer ser reconocido. Mempo Giardinelli, novelista argentino dedicado en parte al género erótico, trata este aspecto.  El Cielo con las Manos, es una historia donde el protagonista se desvive en un frenesí, de pulsaciones febriles cada vez que observa a su prima (Aurora) desvestirse, sobre todo en la clandestinidad. Años después, luego de haber husmeado tras el agujero de una puerta, excitado y sorprendido en el intento, se reencuentra con su amada y da rienda suelta al deseo.
“-Ahora vas a poder verme  como nunca, mejor que nunca- me decía Aurora, parándose en medio de la habitación”(Giardinelli,41). Lo curioso seria preguntarse si aquella relación es fruto de un acto de mera atracción entre dos individuos o el hecho de situarse en una esfera que va más allá de lo permitido proyectas las expectativas, el  deseo de algo inalcanzable, dando un empujón importante a las “pulsaciones cardíacas”, algo así como le sucedió al protagonista del relato El Hincha del mismo Giardinelli, que al salir campeón su club preferido de fútbol, “Veles”, luego de décadas de burlas, muere producto de un ataque al corazón. ¿Será amor o simple capricho? “Entonces me pregunté, interrumpiendo mi éxtasis, si yo la amaba de veras, o si todo era un espejismo, una fantasía, un sueño; y me dije que no, que no soñaba, que era cierto, que efectivamente era ella la que estaba conmigo en esa cama, en mi departamento. Pero no supe contestarme si realmente la amaba, o qué onda, qué carajo sentía, exactamente qué carajo además de esa calentura extraordinaria que me mantenía el pene como un mástil, como un cohete a Saturno, descontrolado.” (Giardinelli, 45)
Tal vez estamos ante lo que Rodrigo Cánovas nos dice referente al burdel. La capacidad de ubicarnos donde no está permitido y desde esta posición sentar las bases de una nueva forma de ver las cosas, jugando con las normas establecidas, bailando finamente con la ambigüedad. La posibilidad de alcanzar justamente lo inalcanzable, lo no permitido, exhorta al individuo a traspasar la barrera que lo legal impone, configurando un efecto claramente contraproducente; si pensamos que las leyes además de normar ciertas conductas son infértiles si no se respetan. “No es que no se ansíe la felicidad o un mundo mejor; todo lo contrario: justamente porque el sujeto anhela lo absoluto (porque quiere fundar un nuevo origen), es que tacha el mundo en que vivimos, juega a quebrar sus reglas , sale de sus círculos normales de circulación, se torna payaso e, incluso se hace portavoz del Apocalipsis”(Cánovas,5) Y justamente en la novela de McEwan podemos encontrar al payaso: Tom, al portavoz del apocalipsis : Derek. Porque éste último, forjado ya como hombre social, es enfático a la hora de calificar la relación entre Julie y Jack..
“Derek estaba furioso. Su voz sonó en retirada
-Es enfermizo –dijo en voz alta-. ¡Es tu hermano!
-Habla más bajo –dijo Julie con energía-, o despertarás a Tom.
-¡Enfermizo! –repitió Derek, y la puerta del dormitorio se cerró con violencia.”(McEwan,184)
Como en el burdel, “La literatura reinventa el burdel convirtiéndolo tanto en un espacio de sumisión, habitado por seres grotescos que actúan una erótica letal; como un lugar de rebeldía, dramático o farsesco, donde se juega a cambiar el orden de las cosas.”(Cánovas, 5), en Jardín de Cemento se intenta variar la conformación normal de los roles familiares.
Si nos situáramos en la perspectiva de Hayden White, Jardín de Cemento se conforma, dentro de las formas de tramar, como tragedia. Dice White: “la posibilidad de una liberación al menos parcial de la condición de caída y un escape siquiera provisional del estado dividido en que los hombres se encuentran en este mundo”(White, 20). La liberación parcial, la unión familiar a costa de ocultar a la madre,  sepultándola bajo el cemento, resulta en definitiva, como dice White, un escape provisional a la segmentación ineludible del clan.
-Tenemos que decírselo a alguien-dijo Sue -, para que haya un entierro.
  Mire a Julie. Ella tenía la vista clavada más allá de la valla del jardín, en los bloques de pisos, al otro lado de los descampados.
            -Si lo decimos- volví a empezar-, vendrán y nos encerrarán en un orfanato o algo por el estilo. Intentarán que Tom sea adoptado y lo conseguirán. – Enmudecí.(McEwan, 79)
Sin embargo, la historia de Jack y su pandilla, esta enmarcada dentro de una circunstancia muy especial puesto que no hay ningún ente garante de las normas sociales. Los personajes están como suspendidos en el tiempo. Hay un aroma en el ambiente, que cualquier lector occidental, sabedor de la ley desde la infancia, huele, y que le hace pensar que la historia tendrá un final funesto. Porque  la omisión a la norma no evita la trasgresión y menos la pena. El caso de esta familia, es semejante a lo que  sucede en Edipo Rey : una vez conocida la verdad (el choque con la norma) se desencadena la tragedia. Edipo ante el porvenir, prefiere cegarse, Julie verlo como una quimera.
“Los tres nos apelotonamos alrededor de la cuna, Julie se inclinó y le dio un beso.
-¡Ya está! –dijo- ¿No ha sido un sueño precioso?” (McEwan,188)
Conclusión
Jardín de Cemento se sitúa  como una novela que trata la temática de las relaciones incestuosas dentro de los grupos familiares. Agrego a esto: de grupos familiares decapitados, o sea, carentes de una autoridad clara, capaz de normalizar los tipos de afectos, y modelos a seguir. Hay un mundo inestable, de espacios poco asequibles y que nunca que se revelan completamente, como  Sue y su diario de vida. La suciedad latente en el ambiente, la constante presencia de moscas pululando la cocina (que se sabrá después proviene no de la basura sino de la omnipresencia de la madre) y el olor pútrido, me hace recordar a Hamlet y “algo huele mal en Dinamarca”. A través, de la recopilación de bibliografía proporcionada por la Ciencia Política, he esclarecido un poco “la madre del cordero”, intentando dar un fundamento -no una justificación- al accionar de los personajes.
Finalmente como lector, me parece que la novela es buena porque es capaz de mostrarnos un escenario, sin los ojos cerrados, que está presente en la realidad cotidiana. Por otro lado, me hace cuestionar la norma, y pensar desde la premisa, que muchos aluden, sobre la gran sabiduría de la naturaleza, si estas relaciones fuera de la ley, son cuestionables producto netamente de lo cultural o que la naturaleza se ha equivocado por primera vez. Si optáramos por la primera opción, debiéramos entonces vislumbrar a futuro, por qué no, que la prohibición desaparecerá, tal como en su tiempo sucedió con la esclavitud, o tornará el prisma :  la mujer como individuo con derechos, pasando al uso común y corriente de la minifalda y el bikini.
           


Bibliografía
  • Cánovas, Rodrigo: Sexualidad y Cultura en la novela Hispanoamericana. Santiago: Lom Ediciones, 2003.
  • Freud, Sigmud, Obras completas.
  • García Lorca, Federico: Poesía Completa II, Debolsillo, 2004
  • Giardinelli, Mempo: Puro Erotismo Santiago: Lom Ediciones, 1999
  • Hobbes, Thomas: Leviatan o la Materia, Forma y Poder de una República Eclesiástica y Civil. México: Fondo de Cultura Económica, 1996
  • Lock, John. Segundo Tratado sobre  el Gobierno Civil. Alianza editorial, 1996
  • McEwan, Ian: Jardín de Cemento. España: Tusquets Editores, segunda edición 2005
  • Rousseu, Jean Jacques: Emilio o de la Educación. Madrid: Alianza, 1990
  • White, Hayden: Metahistoria. México: Fondo de Cultura, 1973

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